Carlos Emilio Costa y Martín Casanovas obtuvieron el primer lugar en el Concurso para la Sede del Polo Informático de Tandil, en Argentina. La propuesta es un edificio que se deja invadir por la naturaleza, donde el paisaje irrumpe en los partíos sin crear barreras entre interior y exterior.
Más imágenes y la memoria de los autores a continuación.
La sola idea de localizar el Polo Informático en el Paraje Arroyo Seco, en la periferia de la ciudad, produce un considerable impacto. Este panorama induce a pensar en leyes de contextualismo más cercanas a los patrones del paisaje que a los patrones urbanos. La propuesta es de carácter radical: un edificio que se “hace” invadir por la Naturaleza. El paisaje irrumpe dentro de sus patios, sin interferencias entre el espacio exterior y el interior, ampliando su propio universo. Un “edificio único”, un continente espacial activo, un espacio contemporáneo, definido por tipos urbanos (recova, calle, patio, plaza), que lo convierten en un experimento signado por peculiares sensaciones y perspectivas cambiantes.
Los esfuerzos se concentran en preservar la integridad y las cualidades paisajísticas del sitio. Si bien su imagen se recorta sobre el perfil del lugar, procura no entrar en conflicto con él. Esta idea encuentra sustento en la ajustada escala del proyecto. La arquitectura no puede prescindir del piso verde, del cielo, del horizonte, sus “protagonistas necesarios”. El concepto no es el de la dimensión meramente contemplativa, ni la de un marco para la obra. No hay contrapunto entre lo natural y lo artificial. El paisaje se construye en lo cultural y lo artificial nace del propio suelo. La gradación entre los polos espacio exterior natural/puesto de trabajo se resuelve a partir de variados y cambiantes recorridos cuya constante es el descubrimiento y la sorpresa.
Es visible una doble lectura en la organización de los sectores comunes alrededor de patios: una referida a la dimensión espacial y otra a lo sensible, a la identificación y la noción de pertenencia de quienes ocupan estos lugares. El espacio para el trabajo debe contemplar aquellas virtudes que parecen excluyentes para la vivienda o para el esparcimiento. La flexibilidad resulta clave en la concepción del edificio. Minimizar los puntos fijos conlleva posibilitar variadas agrupaciones. Los elementos lingüísticos de la composición son nítidos y perfectamente determinados. Intentan arribar a una abstracción que los haga pasar casi inadvertidos.
Un lenguaje arquitectónico sobrio, contundente y austero define el carácter institucional y significativo de este Polo Informático y contribuye, a la vez, a la resignificación del entorno en términos físicos y culturales. La situación del edificio en el terreno contempla un potencial crecimiento y optimiza tanto las orientaciones de las áreas exteriores y jardín, como las de los sectores operativos donde los puestos de trabajo no quedan expuestos a la incidencia de la luz natural.
Las relaciones función/espacio/recursos resultan eficaces para el aprovechamiento racional de la iluminación y ventilaciones naturales, optimizando las condiciones de confort y economía de los sistemas de calefacción y refrigeración. La materialidad, más allá de las propiedades físicas y mecánicas de los materiales y de su uso genuino, resulta una cuestión “esencial” de la arquitectura por entenderla como síntesis de subsistemas: estructural (soporte físico y ley formal), espacial (límites) y lingüístico (expresión de la obra).
Arquitectos
Carlos Emilio Costa y Martín CasanovasUbicación
Tandil, ArgentinaColaboradores
Milagros Carbajal, Luciano Fischer, Iñaki Harosteguy, Luciana LemboÁrea
3282.0 m2Año Proyecto
2012Fotografías
VIM Studio